Antonio Muñoz Molina – Aquí el libro
Editorial: Bibliotex (Biblioteca El Mundo) Año: 2001
La novela gira en torno al espacio mítico de una ciudad inventada que se llama Mágina y que se parece mucho a Úbeda, la ciudad natal del escritor que es el escenario ficcional de gran parte de su novelística. Es un espacio mítico reconstruido mediante el recuerdo, como postula Catalina Quesada Gómez (“Inventando Mágina: la construcción de un territorio mítico en el jinete polaco” Es un espacio rural donde aún no se ha desarrollado la sociedad moderna. En Mágina aún existen formas sociales antiguas como el señoritismo y está muy acentuada la diferencia de clases. Sin embargo, en el proceso de literaturización, Antonio Muñoz Molina hace algo más que reflejar la sociedad de Mágina y es crear una conciencia mítica que la convierte en un lugar de difícil acceso para todo el que venga de fuera. Don Mercurio, para poder llegar de Madrid a Mágina tiene que franquear una serie de obstáculos: viene en un carretón lento, tiene que atravesar desfiladeros y paisajes inhóspitos. De este modo la ciudad se aísla del mundo. Al mismo tiempo, los valores que conforman la vida cotidiana de la ciudad se basan a menudo en mitos, como por ejemplo, la de no jugar con fuego para no mearse en la cama, creencia popular de toda España que se puede escuchar aún hoy en día.
Revistas.ucm.es El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina como novela de memoria (Patricia Riosalido) Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica 2013, vol. 31 179-187
“Se abrigan con medias de lana, con zapatillas de paño negro, con rebecas abrochadas hasta el cuello sobre los delantales, avanzando inclinadas contra la noche o el viento, llegan a casa y todavía no encienden las luces y dejan en el portal el badil con las ascuas mientras buscan el brasero y lo llenan hasta la mitad de la candela, y luego, esparciendo las ascuas sobre él, lo sacan al quicio de la puerta para que el viento del anochecer, tenue como una brisa marina, lo encienda más rápido
Aunque no quiera estoy volviendo, aunque habite en idiomas extraños y me esconda con ellos como en una falsa identidad y camine por ciudades cuyos nombre ellos sólo han leído en las bandas iluminadas de aquella radio donde oíamos las novelas y las canciones de Antonio Molina y de Juanito Valderrama (…) cuéntame cómo eran, cómo vivían, cómo se imaginaban la forma del mundo, cómo pudieron entender y aceptar que tú te marcharas, de donde pudieron obtener el coraje y la inocencia necesarios para sobrevivir sin rencor y no ser manchados por el sufrimiento”
“Se acordaba de amigos y parientes suyos que se marcharon a Madrid, a Sabadell o a Bilbao cuando él era joven y que ahora vivían en pisos con calefacción y cuarto de baño, tenían paga segura y regresaban de vez en cuando a Mágina conduciendo sus propios automóviles”