Luz Gabás – Aquí el libro
Editorial: Planeta Año: 2019
Alira, heredera de la mansión y las tierras que su familia conserva desde hace generaciones, se debate entre mantenerse fiel a sus orígenes o adaptarse a los nuevos tiempos. Cuando cree encontrar la respuesta a sus dudas, una misteriosa desaparición perturba la aparente calma que reinaba en la casa, la única habitada en un pequeño pueblo abandonado.
El latido de la tierra es un canto contra el desencanto, salpicado de temas que invitan a la reflexión, cuestiones que plantean disyuntivas varias: el envejecimiento del individuo y de la sociedad, el enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo, lo rural y lo urbano; estancarse o avanzar, aferrase al pasado o enfrentar el presente, la tradición y la adaptación a lo nuevo; la amistad, la lealtad, la pasión, la falta de sueños, la pérdida de ilusiones, y también la España vaciada, todos esos pueblos que por unos motivos u otros han quedado abandonados o están camino de ello.
Luz Gabás construye una bella historia de pasión, lealtad, intriga y sentimientos encontrados.
“Aquellos tiempos se perdieron para siempre. Me costaba comprender que quisieran recuperarlos. Como si se pudiera…Cultivar un huerto, hacer leña y criar cuatro gallinas no te convierte en uno de nosotros. Aquilare murió cuando los otros lo abandonaron. Pueden ocupar las piedras, pero no el espíritu”
“Cuando era pequeña, este pueblo estaba vivo. En menos de cinco décadas han desaparecido siglos de historia. Es increíble lo rápido que ceden las casas al deterioro cuando no hay amos que las cuiden. Recuerdo que, a veces, en el silencio de la noche, se escuchaba un estruendo, como una bomba, y sabía que otra casa había caído. Me parecía que vivía en una guerra en la que el enemigo tenía el rostro de la naturaleza en estado puro y salvaje, indómita e indomable”
“En los medios de comunicación cada vez aparecen más noticias y artículos sobre la despoblación. Se les llena a todos la boca con esa palabra que suena a drama que hay que solucionar ya, pero a la hora de la verdad nadie hace nada. Este pueblo estaba abandonado y ahora hay vida. Seguro que si fuéramos de alguna cadena hotelera y hubiéramos convertido a Aquilare en un hotel del tipo albergo diffuso –pronunció la expresión con desdén-, con las instalaciones repartidas por los edificios del pueblo, todo el mundo estaría encantado”