LA RUTA DE DON QUIJOTE

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José Martínez Ruiz  “Azorín” – Aquí el libro

Editorial: Cátedra (letras Hispánicas)      Año: 2018

El 4 de marzo de 1905 confluían en la primera plana de El Imparcial una crónica de Tribunales, una entrevista con Gorki y, en las Notas de Sociedad, la esperanza de que las próximas fiestas del Centenario del Quijote animaran el comercio madrileño. En la columna central, la primera entrega de lo que sería una serie de quince artículos viajeros firmada por Azorín.

La ruta de Don Quijote tuvo un éxito inmediato, y apareció como libro ese mismo año. Frente al cervantismo erudito y de gabinete, estas frescas crónicas de los pueblos y gentes de La Mancha constituyen un homenaje suave, irónico y distanciado, al que sirve de vehículo una prosa que pocos dudarán en situar entre las primeras de nuestro siglo” 

 “Esta es la villa de Argamasilla de Alba, hoy insigne entre todas las de la Mancha. ¿No es natural que todas estas causas y concausas de locura, de exasperación, que flotan en el ambiente, hayan convergido en un momento supremo de la historia y hayan creado la figura de este sin par hidalgo que ahora, en este punto, nosotros, acercándonos con cautela, vamos leyendo de rato en rato y lanzando súbitas y relampagueantes miradas hacia la vieja España lleva de herrumbre?

“-Ya sé, señor Azorín, de donde viene todo eso –dice Don Cándido- ,ya sé que hay ahora una corriente en contra de Argamasilla; pero no se me oculta que estas ideas arrancan de cuando Cánovas iba al Tomelloso y allí le llenaban la cabeza de cosas en perjuicio de nosotros. ¿Usted no conoce la enemiga que los del Tomelloso tienen a Argamasilla? Pues yo digo que Don Quijote era de aquí; don Quijote era el propio don Rodrigo de Pacheco, el que está retratado en nuestra iglesia…” 

“-¡Señor Azorín! ¡Señor Azorín!

Entonces yo abro la puerta; (…)

-¡Señores! –exclamo yo cada vez más perplejo, más atemorizado.

Y uno de estos afectuosos, de estos discretos señores, se adelanta y va a hablar; de pronto todos callan; se hace un silencio profundo.

-Señor Azorín –dice este hidalgo- ; nosotros somos los Sancho Panza de Criptana; nosotros venimos a incautarnos de su persona…”